Canelo, conocido como el perroHachiko” de España, fue homenajeado a través de un emotivo cortometraje mexicano que conmemora el 22 aniversario de su fallecimiento. Se trata de un trabajo animado, dirigido por Jordi Ayguasenosa, el cual se lanzó a finales de agosto de 2024 y ha capturado la atención del público con su conmovedora narrativa sobre la vida y lealtad de este querido canino.

El cortometraje fue publicado en el canal de YouTube de la productora mexicana Animagic Studios y, a tan solo diez días desde su estreno, ha acumulado más de 34 mil reproducciones. Los espectadores han llenado los comentarios con elogios hacia la calidad artística de la producción, destacando cómo la historia les ha tocado profundamente, incluso llevándolos a las lágrimas.

¿Te gustaría saber más acerca de este fiel perro? Entonces prepara tu corazón y unos pañuelos porque a continuación te voy a contar su entrañable historia, la cual seguramente te conmoverá hasta las lágrimas.

Canelo es el perro que inspiró una historia como la de Hachiko

Canelo fue un perro que vivió en la ciudad de Cádiz durante la década de 1990. Este fiel can pasaba sus días al lado de un hombre que vivía en condiciones de calle. La vida de ambos cambió drásticamente cuando el hombre enfermó. Según testimonios de los lugareños, el indigente se dirigió al Hospital Universitario Puerta del Mar para recibir tratamiento médico, aunque los detalles sobre su enfermedad nunca fueron revelados.

Créditos: YouTube

Cada vez que el hombre debía acudir a recibir tratamiento médico, Canelo lo acompañaba y permanecía a la espera en las puertas del hospital hasta que su humano saliera. Juntos regresaban a casa después de cada visita, creando una rutina que se convirtió en parte esencial de sus vidas. Sin embargo, un día esa rutina se vio interrumpida por una tragedia: el tutor de Canelo falleció durante uno de los chequeos.

Entonces, Canelo, quien ignoraba lo sucedido, demostró una lealtad inquebrantable, al esperar pacientemente hora tras hora a que su humano saliera. Las horas se transformaron en días y los días en meses, mientras el perro permanecía en la entrada del hospital. Así pasó doce inviernos fríos y doce veranos calurosos, aferrándose a la esperanza de que su tutor regresara.

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Al ver al can solitario y sin entender su situación, el personal del hospital decidió intervenir y cuidar de Canelo. Le ofrecían comida y refugio para mantenerlo lo más cómodo posible durante su interminable espera. Desafortunadamente, en 2002, la vida del perro llegó a su fin cuando fue atropellado por un coche, poniendo fin a su emotiva historia de lealtad.