Aunque los gatos y los perros son dos de los animales más populares como mascotas en todo el mundo, la ciencia sugiere que la relación entre los humanos y sus compañeros de cuatro patas no es la misma, especialmente cuando se trata del apego emocional. Según diversos estudios, los tutores de caninos tienden a experimentar un mayor amor hacia sus mascotas y están más dispuestos a invertir más en ellas que los cuidadores de felinos.
Sin embargo, este fenómeno no es universal y varía según la geografía. Por ejemplo, en el Reino Unido, las diferencias de cariño entre lomitos y felinos son menos pronunciadas, mientras que en Dinamarca, la tendencia se invierte, con los perros recibiendo mucho más interés en términos de atención y gastos médicos. Este comportamiento, según los expertos, está profundamente influenciado por diferencias culturales, lo que indica que el trato a los animales de compañía no es el mismo en todos los países ni en todas las culturas.
Una pieza clave para entender el apego emocional entre las personas y sus mascotas proviene de estudios realizados por el Instituto Tecnológico de Nueva York, citados por Psychology Today. Los cuales giran en torno al concepto de “propiedad psicológica”, que no se refiere a la propiedad material de un objeto o animal, sino al sentimiento de que algo nos pertenece de manera emocional.
Según los investigadores, la “propiedad psicológica” se construye a través de tres factores clave: tener control sobre algo, involucrarse profundamente con eso y conocerlo bien. Los estudios sugieren que los tutores de perros tienden a sentir un mayor grado de propiedad psicológica, ya que pueden tener más control sobre sus mascotas, mientras que los gatos, por su naturaleza más independiente, no permiten a sus humanos experimentar ese mismo nivel de control.

En un primer estudio, se encontró que los tutores de perros estaban dispuestos a gastar el doble en atención veterinaria en comparación con los de gatos. Esto tiene que ver con que los perros, al ser más obedientes y responder más claramente a las instrucciones, generan un mayor sentido de propiedad psicológica.
En cambio, los gatos, que suelen ser más solitarios y menos predecibles, dificultan la creación de ese vínculo. En otro experimento, se pidió a los participantes que imaginaran que su mascota había sido entrenada por otra persona, lo que resultó en una disminución significativa del apego emocional y de la disposición a invertir en su bienestar.
Finalmente, un tercer estudio arrojó un hallazgo sorprendente: los perros que mostraban comportamientos similares a los de los gatos eran menos valorados por sus humanos, mientras que los felinos que adoptaban conductas más parecidas a las de los caninos, como la fidelidad y la obediencia, generaban una mayor conexión emocional.

¿Qué tan bueno es el apego emocional con tu mascota?
Formar vínculos emocionales con nuestras mascotas es algo natural y saludable. Estos lazos pueden mejorar el bienestar tanto de los humanos como de los animales, proporcionando compañía, afecto y un sentido de responsabilidad. No obstante, es importante que este apego se mantenga en equilibrio.
En algunos casos, un apego excesivo puede convertirse en un problema, ya que puede generar ansiedad en el tutor o en la mascota, o incluso afectar la calidad de vida de ambos. Por ejemplo, algunos estudios han sugerido que los cuidadores de mascotas excesivamente apegados pueden sufrir estrés si su peludo se enferma o si no reciben la atención adecuada.