Jonathan, la tortuga gigante de 192 años, es sin duda el residente más famoso de la pintoresca isla de Santa Elena, ubicada en medio del Atlántico Sur. Con sus imponentes 121.7 kilómetros cuadrados de extensión, esta isla ha sido testigo de innumerables eventos a lo largo de la historia, pero ninguna criatura ha sido testigo de tantos como esta criatura.

Con una vida que se remonta a principios del siglo XIX, esta majestuosa tortuga ha sido testigo de guerras, revoluciones, descubrimientos científicos y avances tecnológicos. Su longevidad lo ha convertido en una verdadera celebridad, y su presencia en la isla es venerada por lugareños y visitantes por igual.

En estas líneas, exploraremos la fascinante historia de Jonathan, el animal terrestre vivo más antiguo del mundo. Acompáñame en este viaje a través del tiempo y descubre por qué esta tortuga se ha convertido en un símbolo de la longevidad en Santa Elena.

Créditos: Pixabay

La historia de la tortuga que este 2024 cumplió 192 años

En 1882, una majestuosa tortuga gigante de Seychelles llegó a la isla, con aproximadamente 50 años de edad, pues se estima que nació en 1832. Este impresionante ejemplar fue un regalo para Sir William Grey-Wilson, quien más tarde se convertiría en gobernador de la isla. Desde entonces, Jonathan ha llamado a esta isla su hogar durante 140 años, siendo testigo de la presencia de 31 gobernadores a lo largo de su vida.

Jonathan ha pasado la mayor parte de sus días deleitándose en los exuberantes y verdes jardines de la residencia del gobernador de Santa Elena, Plantation House, compartiendo su espacio con otras tres tortugas gigantes: Emma, David y Fred. En 2024, esta venerable tortuga celebró sus 192 años de vida, convirtiéndose así en el animal terrestre más longevo del mundo.

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¿Cuántos años vive una tortuga?

Con su paso lento pero firme, Jonathan ha demostrado una resistencia impresionante, superando con creces la esperanza de vida promedio de una tortuga gigante, que ronda los 150 años. A pesar de desafiar las expectativas de vida de su especie, esta criatura continúa disfrutando de sus días bajo el cálido sol, extendiendo sus patas y su cuello con gracia. Incluso, en ocasiones, su placidez ha llevado a los visitantes a creer que ha fallecido, tal es su tranquilidad y serenidad.

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