Los gatos son seres intrigantes y llenos de matices, y uno de sus comportamientos más curiosos es su aversión a las puertas cerradas. Para muchos tutores de felinos, este rechazo puede resultar confuso y desconcertante. Sin embargo, entender esta peculiaridad puede ayudar a fortalecer la relación entre el minino y su humano.
Al respecto, la revista científica Live Science, aclara que esta tendencia puede estar arraigada en el instinto natural de los gatos y por el ambiente doméstico en el que se desarrolla, el cual influye en su comportamiento, ya que la mascota se adapta a las rutinas y espacios que comparten con sus tutores.
¿Interesante, verdad? A lo largo de esta entrada, profundizaré en las razones detrás de la aversión de los gatos a las puertas cerradas, ofreciendo una visión más clara sobre este comportamiento tan peculiar y cómo puede ser abordado de forma adecuada.
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¿Por qué a los gatos no les gustan las puertas cerradas?
Karen Sueda, una conductista veterinaria certificada, indica que los gatos odian las puertas cerradas porque son animales naturalmente curiosos y temen perderse algo interesante. Esta curiosidad se traduce en comportamientos como intentar abrir las puertas, maullar de manera insistente o incluso atacar las puertas que consideran un obstáculo. La necesidad de explorar su entorno es fundamental para su bienestar.
Ingrid Johnson, consultora de comportamiento felino, complementa esta visión al señalar que los gatos buscan controlar el acceso a los espacios, así como a sus necesidades básicas y territorio. Este deseo de control se manifiesta de diversas maneras, lo que demuestra la importancia que tiene para ellos saber quién accede a su espacio y qué ocurre en él. La sensación de estar restringidos puede generarles incomodidad y frustración.
Por su parte, Jane Ehrlich, especialista en comportamiento felino, destaca que las puertas cerradas enfrentan a los gatos a tres situaciones que les desagradan: la falta de elección, la falta de control y los cambios inesperados. Aunque no siempre quieren participar en lo que sucede detrás de la puerta, sí sienten la necesidad de estar al tanto de lo que ocurre. Esta inquietud puede contribuir a su ansiedad y malestar.
Para mitigar el estrés que puede causarles el acceso restringido, Live Science aconseja ser coherente con las áreas a las que los gatos pueden acceder. Por ejemplo, si se decide que el felino no debe entrar en el comedor, esta regla debe aplicarse de manera constante y no solo ocasionalmente para reducir su ansiedad y mantener un ambiente más armonioso.